Evolución de las Botas de Alpinismo

Historia y evolución de las botas de alpinismo

La conquista de la cima del Mont Blanc en el año 1787 dio pie a una nueva actividad en la montaña, una actividad deportiva y exploratoria sin más objetivo que el descubrimiento. Así el alpinismo se colaba entre los que ya vivían en la montaña como pastores, leñadores, segadores, mineros y buscadores de minerales. Ellos fueron los primeros guías y alpinistas, reutilizando los materiales y técnicas utilizadas provenían de estas profesiones. Así aparecieron el piolet, algunos nudos de las cuerdas y, cómo no, las botas de alpinismo, que en esos momentos se llamaban botas de leñador.

Cuando el alpinismo no se llamaba alpinismo. Del campo a las cumbres.

Desde el principio el calzado era el punto clave. La nieve, el hielo y la roca requerían de materiales duraderos, calientes y que otorgaran seguridad para progresar.

Para ello se empezaron a usar las botas de leñador, con una suela rígida basada en cuero, esparto como media suela, y el cotizado en esa época, el caucho, que se obtenía reciclando otros materiales

Era un momento en el que cada valle, cada pastor o cada guía tenía su tipo de bota. Competían por el trabajo y por tener el mejor producto. A ello se incorporaron los clavos metálicos, que en la suela y en sus bordes, permitían más agarre en la nieve y el hielo, pero que restaban agarre en la roca. Todo ello era personalizable dependiendo de las necesidades.

Así, durante un siglo, las botas de piel claveteadas fueron el motor de la conocida era del alpinismo clásico. Las altas cimas alpinas y del resto de cordilleras europeas comenzaban a recibir las primeras ascensiones a cargo de la nueva burguesía y nobleza guiados por pastores y buscadores de cristales. Dando lugar a relatos épicos, donde las botas con sus problemas y virtudes siempre tienen un episodio reservado...

Historia Botas Alpinismo


Guerra y Alpinismo

En la primera mitad del siglo XX, los nacionalismos que alimentarán las dos guerras mundiales encuentran en el alpinismo el nuevo terreno de juego donde competir. Después de la conquista de los polos, se creó un carrera por alcanzar las cimas más altas del planeta, las vías más difíciles, y las grandes gestas alpinas eran motivo de orgullo nacional y cuestión de estado.

Las necesidades militares, cuando la guerra llegó a las montañas, propiciaron una gran demanda y desarrollo tecnológico. Las botas de montaña y de esquí seguían siendo de piel, pero ahora las suelas eran de goma con tacos y para progresar por la nieve y el hielo se les acoplaba lo que todo conocemos como crampon. Pero lo más importante, es que eran botas diseñadas especialmente para ese cometido. El alpinismo se había convertido en otro deporte invernal más.

En la postguerra, el alpinismo se reforzó como la herramienta para glorificar el país, virando hacia la edad de oro del himalayismo. Todos los países querían conquistar su territorio por encima de los 8.000 metros. Esto fue un desafío para los fabricantes de calzado de montaña, el frío extremo y el peso llevaba los materiales al límite. La piel, la lana, (en varias capas) y las suelas de goma seguían siendo los materiales. Pese a todos los esfuerzos, en este punto, las botas de alpinismo seguían pesando mucho y a gran altitud se congelaban si se sacaban de los pies. Todo ello marcó el resultado de muchas de las gestas de esta época.

Las botas de alpinismo evolucionaron de la piel al plástico

En los años 60 llega la revolución al mundo del esquí, y que salpicaría también al alpinismo. El plástico (poliuretano) confería una gran rigidez, impermeabilidad y permitía crear botines muchos más aislantes, basados en espumas y tejidos sintéticos. Esta evolución reducía el peso, aumentaba las prestaciones y abarataba los costes de producción.

Además, estas nuevas prestaciones, ayudarían al desarrollo de nuevo de nuevas categorías, como la escalada en hielo, donde la rigidez e impermeabilidad eran esenciales y a buscar nuevos retos que parecían imposibles, como las expediciones invernales en altitud.

La aparición de la bota plástica y el pie de gato para la escalada parecía que había puesto fin a la bota de alpinismo de piel. Y casi que lo fué, y pocas marcas siguieron apostando por ella, porque a nivel de resistencia, adaptabilidad y transpiración la piel seguía siendo el mejor material.






Fotografía por Matteo Pavana

Híbrido piel y materiales sintéticos

Mientras las botas plásticas reinaban, las botas de piel evolucionaron adaptando los beneficios de los materiales sintéticos. Rellenos de espuma, chasis materiales plásticos, bandeletas de goma y piel hidrofugada para fusionar los dos mundos. Pero no fue hasta la implantación real de las membranas impermeables y transpirables, entre las que se encuentra la más que conocida Gore-Tex, cuando realmente volvieron a adelantar a las botas de plástico. Resuelto el tema de la termicidad y la impermeabilidad, a principios del XXI las botas de plástico quedaron relegadas hasta casi su desaparición. Así las botas de piel han vuelto a ser las más vistas en los pies de los montañeros.

El futuro de las botas de alpinismo: equilibrio entre termicidad y ligereza

La historia de las botas de alpinismo continúa. En la constante búsqueda del mejor producto, la aparición de nuevas fibras sintéticas de alta resistencia totalmente impermeables y la mejora de las membranas, ha llevado a las marcas a crear botas que mezclan materiales para poder reducir el peso, aumentar la termicidad y adaptarla al alpinismo rápido de hoy en día. El alpinismo extremo de hoy en día requiere una alta transpiración pero a la vez un gran aislamiento térmico. Y ejemplo de ellos son las nuevas G5 Evo y G2 Evo de La Sportiva.

Chasis con fibra de carbono para buscar la máxima ligereza, rigidez y aislamiento. Polaina integrada para aumentar el control térmico y de transpiración, gracias al efecto chimenea con el pantalón. Bandeleta en poliuretano para reducir el peso y aumentar la temperatura lateral. Sistema de cordones BOA, para evitar el aumento de peso y pérdida de calor por congelación de los cordones, posibilitando el control del ajuste con una sola mano, incluso con guantes. Combinación de rellenos y membranas estratégicamente situados para encontrar el equilibrio térmico ideal durante la actividad. Sistema de sellado sin costuras para evitar la entrada de agua. Botín extraible en el caso de la G2.

Todo ello, junto a más tecnologías, son la punta de lanza de toda la experiencia de dos siglos de evolución de la bota de alpinismo. Son miles de días en la montaña, son millones de horas de ensayo y error en los talleres y en las fábricas y son muchas aventuras verticales, para ir depurando los modelos y rebajando el peso hasta encontrar el siguiente nivel.

El futuro ya ha llegado a nuestros días pero también sabemos que no se parará aquí. Porque al igual que el alpinista es insaciable en la búsqueda de la aventura, el ansia por tener la mejor bota es intrínseca en su ser.

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